Tras muchas sesiones con mi grupo trabajando el aprendizaje de la lectoescritura, tras mucho trabajo por parte de todas las personas implicadas y de los propios niños, siempre llega el momento en el que aparece la magia. Algo hace conexión en el cerebro infantil que permite que unos signos sin sentido sobre el papel tomen vida para ellos. El lenguaje en sí posiblemete sea la mayor herramienta que ha sido inventada por los humanos. Quizá de hecho sea lo que nos diferencia de el resto de seres vivos por muy evolucionados que sean. Un signo escrito o dibujado, un sonido emitido por otra persona se convierte en imagen en nuestro cerebro y toma instantáneamente un significado que además es compartido por nuestros semejantes.
Por ello no es de extrañar la expectación que sentimos ante las primeras palabras de los bebés, cuando dejan de ser balbuceos y se convierten en palabras con intencionalidad. Con la escritura ocurre lo mismo aunque el camino que nos ha llevado a ello es ligeramente diferente.
Quizá otro día hable de la importancia de la lectoescritura en la etapa infantil; o quizá de todo lo contrario, ¿estamos haciendo las cosas bien dando esta supremacía a la escritura en los primeros años de escolaridad? El caso es que hoy quiero enseñaros tres instantáneas de esta magia de la que ha hablado. Tres muestras del momento en el que tres de mis alumnos se encuentran hoy por hoy. La diversidad en el aula es patente y debemos saber poner en práctica herramientas adecuadas para cada uno.
Como cada maestro tiene su librillo así que yo tengo el mío propio, que encima suelo cambiar de año en año. Cambian los niños, cambian las circunstancias y cambias tú. Pero resumiendo mi método es optar por partir del nombre propio y de las palabras más significativas. Pero a la vez, aunque les muestro siempre palabras completas, temporalizo con fonemas. Por supuesto comienzo con los sonidos vocálicos a los que voy agregando otros fonemas que son más fáciles de articular como la M o la P. En los dictados que hacemos exagero mucho cada fonema de cada palabra para ayudar a su discriminación y aunque no los esté trabajando me encuentro que muchos niños ya conocen otros porque aparecen, por ejemplo, en su nombre. En ese caso lo resalto más. Así poco a poco se va avanzando más o menos siguiendo el camino de las hipótesis de aprendizaje que siguen los niños: garabateo, presilábica, silábica, silábica-alfabética y alfabética. El camino es el mismo, pero cada niño pasa por cada posta en un momento diferente.
Este niño todavía sigue explorando por lo que he desistido a dictarle y prefiero que simplemente copie la palabra. Tras copiar la palabra "CORRER" le pregunto porqué ha escrito la letra A si correr no la tiene. Luego copia "PELOTA" y riéndose me comenta que esa sí que la tiene. Evidencia que sabe más de lo que muestra pero que por miedo o comodidad no se implica aún. Hace un año se dedicaba a rayar toda la ficha sin completar la actividad y sin sentarse en la silla así que sé que su avance es notable.
Este alumno refleja el momento en el que la mayor parte de la clase se encuentra con ligeras variaciones. Los fonemas vocálicos en "CORRER" y "PELOTA" aparecen sin problemas (se confunde en la última línea, que se supone que era la palabra "BURRO). La letra P la estamos trabajando ahora y aparece escrita bien y sorprendentemente aparece la R doble porque aunque no la hemos trabajado si es común en muchos de los nombres propios.
Esta última es de una alumna que tiene un nivel claramente superior a los demás. De hecho no le presté ninguna atención mientras la realizaba y así me la presentó. Curiosamente la palabra "CORRER" tiene doble erre al igual que el alumno anterior porque recordaban que les expliqué que tiene un sonido muy fuerte.
Todos estas actividades que he mostrado por supuesto no son las únicas. Suelo trabajar mucho en la pizarra y el flanelograma con actividades dirigidas o no dirigidas. En el día a día no sólo veo el momento en el que aprenden a leer sino otro igual de importante: el momento en el que desean aprender a hacerlo.