martes, 22 de enero de 2013

Ruy, el pequeño Cid

Hoy toca nostalgia ochentera. En clase estamos trabajando una de esas unidades didácticas híbridas de editorial que trabajan la ciudad (moderna) a través del entorno de un castillo medieval. Tengo que hacérmelo mirar pero estoy pasando de puntillas por los buzones, rotondas y pescaderías y me vuelvo a parar en conocer cómo eran los castillos, los monasterios, hablamos de damas y caballeros, bufones y juglares. En serio, termino llevandome al huerto a mi clase y sé que siempre terminan gustando más de estos temas que de lo más clásico a esas edades. El caso es que buscando un poco de información sobre la época (es la segunda vez que la trabajo) me he acordado de una serie que echaban en TVE allá cuando yo tenía justamente cinco años: Ruy el pequeño Cid. Por cuestiones de tiempo no voy a poder ponerla en clase pero voy a permitirme el lujo de verla en casa junto com mi hijo. Papá Cebollota vuelve, lo siento Alejandro.

Ruy, el pequeño Cid fue una coproducción de 1980 para TVE (cuando nuestra única televisión era realmente una televisión de servicio público) realizada entre la japonesa Nippon Animation (los de Heidi mismamente) y la española y a mucha honrra BRB Internacional (D´artacan, Williy Fog, David el Gnomo...). En sus veintiséis episodios cuanta la posible historia de un Rodrígo Díaz niño y sus aventuras en esa Castilla comvulsa del siglo XI. En los dos primeros capítulos Ruy es un niño que vive en Vivar junto a su madre y sus dos hermanos mayores y enfermos. Su padre se encuentra permanentemente en la corte del Rey y casi no conoce a su hijo pequeño. Un día de tormenta Ruy se queda aislado en una pequeña fortificacíon y mientras duerme una mariposa o una elfa (curioso, yo recordaba que se le aparecía la Virgen) le predice que será un valiente y justo caballero.

Cuando vuelve a casa su padre ha regresado victorioso de la guerra pero las buenas noticias se vuelven malas porque sus hermanos primero y su madre después marchan a climas más benignos y los dejan solos. Impulsivo y soñador Ruy pide ser instruido por su padre que empieza a inculcarle que más importante que la fuerza es el honor y la justicia. Pero tras unos días su padre vuelve a ser llamado a Corte y Ruy, como hijo más joven, es llevado a un convento para ser instruido en las letras y la vida por un grupo de frailes. La aventura de la vida acaba de comenzar.

Analizando esta sinópsis  podemos ver que aún una serie idealizada y dirigida al público infantil puede permitirnos aprender una serie de conceptos como la guerra en la Edad Media, las aldeas, fortalezas, monasterios, clases sociales, educación... además de los valores positivos comunes a este tipo de producto. No os equivoquéis, como adulto me encanta gran parte de la animacíon infantil actual desde Pocoyó a Bob Esponja. Creo que estamos asistiendo a una segunda Edad de Oro en este sentido pero no quiero que esa época de los años ochenta, tan fijado a fuego en treintañeros como yo, se olvide. Pienso que estos productos no trataban a los niños como idiotas y sabían que entretener y formar son dos aspectos que juntos son muy importantes. Por ello os pido de todo corazón que NO os descarguéis esta serie ahora mismo, repito NO lo hagáis (guiño, guiño).

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