sábado, 16 de junio de 2012

Discurso de las familias promoción 2009/2012


Dedicado a la primera promoción completa de infantil del CEIP Marismas del Tinto.

Erase una vez la infancia; ese tiempo de mirada límpida y cristalina donde los sueños toman el relevo a la realidad, donde la fantasía troca en posible lo imposible, donde las hadas, nomos, duendes, príncipes y princesas, animales y plantas toman vida y trascienden la mera ilusión en la mente de los niños y niñas. Los adultos, quizás, no otorgamos la verdadera importancia que esto significa, ya que no nos acordamos cuando la propia humanidad en tiempos remotos y muy, muy lejanos comenzaron a comprender el mundo con el lenguaje de los mitos y leyendas. Fue desde ese momento cuando la fantasía e imaginación se convirtieron en nuestros acompañantes inseparables-¿acaso no nos acompaña todavía?- durante muchísimos lustros, siglos y milenios.
Sí, padres míos, nosotros hemos sido niños doblemente: durante el tiempo de los mitos y leyendas y durante la infancia personal e intransferible que todos hemos pasado. Infancia que quizás ahora aún habita y convive con nosotros bajo capas de realidad, sentido común y otras palabras serias y altisonantes del mundo de los adultos, que quizás, y sólo quizás, nos ha hecho extraviar la capacidad de sorpresa y renovación.
Erase una vez un colegio que al principio se pensó construir con paja o madera, pero como eran materiales tan frágiles cambiaron la idea y decidieron construirlo de ladrillo y cemento. Pero los niños y niñas que iban a estudiar en ese colegio, pensaron que el mejor material que podían utilizar era el chocolate y los caramelos, como una copia de la casa de Hansel y Gretel que un día surgió en la imaginación de los Hermanos Grimm. Un lugar donde los maestros y maestras irradiaban una magia especial: podían construir mundos de fantasía y ensueño con un abracadabra mágico formado por letras y palabras. Esas mismas letras y palabras que con gran esfuerzo y dedicación vuestros maestros y maestras, o, mejor dicho, magos y magas os han enseñado con cariño y afecto para
que vosotros mismos, niños y niñas, podáis recrear los mundos encantados que habitan en los cuentos como si fuerais dioses diminutos. Y todo ello gracias al poder del encantamiento que otorga el saber y la cultura.
Pero junto a las palabras, los maestros, como si fueran hechiceros, os han enseñado el poder de los números y las cifras, ya que gracias a ellos todas las Navidades podéis contar los maravillosos regalos traídos por Papa Nöel y los Reyes Magos y podéis contar las velas encendidas de vuestros cumpleaños o los incontables besos que le dais a papá, a mamá o a los hermanitos y hermanitas.
También os han enseñado una pócima mágica, llamada valores, que al beberla os hace ser buenos y obedientes y os enseña a decir siempre la verdad; porque seguro que ninguno de vosotros queréis que os crezca la nariz como al entrañable personaje creado por Carlo Collodi llamado Pinocho: el niño de madera que se convirtió en un niño de verdad, de carne y hueso, por seguir el camino correcto de la virtud y el conocimiento. Sí, queridos niños, aprendices de magos, en la escuela se enseña y os seguirá enseñando lo importante que es ser bueno, generoso y obediente, como lo era Garbancito, un niño que, como sabéis, era pequeño, pequeñísimo, pero a la vez su forma de ser, repleta de bonhomía y humanidad, le hacía ser más grande que los gigantes de los mitos y los cuentos, al igual que acontecía en la historia de la Bella y la Bestia donde esta última se convertía en el ser más bello sin tener  en consideración la apariencia física. Además, vuestros maestros magos os han enseñado el respeto, el respeto a vuestros padres y a vuestros compañeros y amigos.
Sí, sólo aprendiendo podréis comprender en profundidad, cuando seáis mayores,  que la magia de la vida puede superar en demasía la magia de los cuentos, porque os voy a contar un secreto: una vez un famosísimo dramaturgo inglés llamado William Shakespeare que amaba la imaginación dijo que “estamos hechos de la misma materia de los sueños. Nuestro pequeño mundo- y el vuestro es un pequeño mundo- está rodeado de sueños”.  De sueños que nos deberían contagiar a todos para creer en lo imposible y hacer realidad lo que todavía no existe, para poder mejorar este mundo y convertirlo en el cuento que vosotros os merecéis.
Así, pues, a soñar…

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