Dedicado
a la primera promoción completa de infantil del CEIP Marismas del Tinto.
Erase
una vez la infancia; ese tiempo de mirada límpida y cristalina donde los sueños
toman el relevo a la realidad, donde la fantasía troca en posible lo imposible,
donde las hadas, nomos, duendes, príncipes y princesas, animales y plantas
toman vida y trascienden la mera ilusión en la mente de los niños y niñas. Los
adultos, quizás, no otorgamos la verdadera importancia que esto significa, ya
que no nos acordamos cuando la propia humanidad en tiempos remotos y muy, muy
lejanos comenzaron a comprender el mundo con el lenguaje de los mitos y
leyendas. Fue desde ese momento cuando la fantasía e imaginación se
convirtieron en nuestros acompañantes inseparables-¿acaso no nos acompaña todavía?-
durante muchísimos lustros, siglos y milenios.
Sí,
padres míos, nosotros hemos sido niños doblemente: durante el tiempo de los
mitos y leyendas y durante la infancia personal e intransferible que todos
hemos pasado. Infancia que quizás ahora aún habita y convive con nosotros bajo
capas de realidad, sentido común y otras palabras serias y altisonantes del
mundo de los adultos, que quizás, y sólo quizás, nos ha hecho extraviar la
capacidad de sorpresa y renovación.
Erase
una vez un colegio que al principio se pensó construir con paja o madera, pero
como eran materiales tan frágiles cambiaron la idea y decidieron construirlo de
ladrillo y cemento. Pero los niños y niñas que iban a estudiar en ese colegio,
pensaron que el mejor material que podían utilizar era el chocolate y los
caramelos, como una copia de la casa de Hansel y Gretel que un día surgió en la
imaginación de los Hermanos Grimm. Un lugar donde los maestros y maestras
irradiaban una magia especial: podían construir mundos de fantasía y ensueño con
un abracadabra mágico formado por letras y palabras. Esas mismas letras y
palabras que con gran esfuerzo y dedicación vuestros maestros y maestras, o,
mejor dicho, magos y magas os han enseñado con cariño y afecto para
que vosotros mismos,
niños y niñas, podáis recrear los mundos encantados que habitan en los cuentos
como si fuerais dioses diminutos. Y todo ello gracias al poder del
encantamiento que otorga el saber y la cultura.
Pero
junto a las palabras, los maestros, como si fueran hechiceros, os han enseñado
el poder de los números y las cifras, ya que gracias a ellos todas las
Navidades podéis contar los maravillosos regalos traídos por Papa Nöel y los
Reyes Magos y podéis contar las velas encendidas de vuestros cumpleaños o los
incontables besos que le dais a papá, a mamá o a los hermanitos y hermanitas.
También
os han enseñado una pócima mágica, llamada valores, que al beberla os hace ser
buenos y obedientes y os enseña a decir siempre la verdad; porque seguro que
ninguno de vosotros queréis que os crezca la nariz como al entrañable personaje
creado por Carlo Collodi llamado
Pinocho: el niño de madera que se convirtió en un niño de verdad, de carne y
hueso, por seguir el camino correcto de la virtud y el conocimiento. Sí,
queridos niños, aprendices de magos, en la escuela se enseña y os seguirá
enseñando lo importante que es ser bueno, generoso y obediente, como lo era
Garbancito, un niño que, como sabéis, era pequeño, pequeñísimo, pero a la vez
su forma de ser, repleta de bonhomía y humanidad, le hacía ser más grande que
los gigantes de los mitos y los cuentos, al igual que acontecía en la historia
de la Bella y la Bestia donde esta última se convertía en el ser más bello sin
tener en consideración la apariencia
física. Además, vuestros maestros magos os han enseñado el respeto, el respeto
a vuestros padres y a vuestros compañeros y amigos.
Sí,
sólo aprendiendo podréis comprender en profundidad, cuando seáis mayores, que la magia de la vida puede superar en
demasía la magia de los cuentos, porque os voy a contar un secreto: una vez un
famosísimo dramaturgo inglés llamado William
Shakespeare que amaba la imaginación dijo que “estamos hechos de la misma
materia de los sueños. Nuestro pequeño mundo- y el vuestro es un pequeño mundo-
está rodeado de sueños”. De sueños que
nos deberían contagiar a todos para creer en lo imposible y hacer realidad lo
que todavía no existe, para poder mejorar este mundo y convertirlo en el cuento
que vosotros os merecéis.
Así, pues, a soñar…
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