miércoles, 19 de octubre de 2011

El Gran Mamut Rojo

Amanecía. Nuestro chamán nos reunió ante los rescoldos humeantes de la hoguera. La noche había sido fría y el fuego se había convertido en nuestro único abrigo pues ya escaseaban pieles y alimento. 
Él sabría que hacer, Él nos guiaría entonces hacia la luz. De joven había sido el mejor cazador de mamuts. Se contaba (sólo había que mirar la pintura que lo representaba en la vieja cueva) que él solo había sido capaz de matar a un inmenso mamut rojo con su lanza.

- Debemos acometer la caza del Gran Mamut. - Dijo con esa voz cadenciosa y que sonaba como una caverna. - Somos una tribu fuerte, inteligente, que colabora para sobrevivir. Ahora nos dividiremos en grupos y cada uno hará lo que mejor sepa. Un grupo atraerá con gritos y carreras a la manada de mamuts rojos, otro lo hostigará con flechas desgarrando esa piel peluda y dura, otro le clavará mortalmente las lanzas, el más valiente le tirará una red para derribarlo y el resto lo rematará con duras piedras.

Teníamos miedo pero sabíamos que podíamos hacerlo. Debíamos de hacerlo si queríamos sobrevivir a ese invierno glacial que se acercaba. Y lo hicimos.

En silencio tras una roca pudimos ver a la manada esplendorosa, bella y terrible. Tras la suerte comenzaron gritos, aullidos, sangre... y ante todo abrazos. Yo había sido el primero en correr sintiendo su aliento detrás de mí  y había oído sus rugidos de furia y dolor cuando resultaba herido. El Gigante estaba muerto sobre el suelo y con ojos inertes parecía mirarme. Rezamos al Sol y al Gran Mamut dando gracias. Su muerte significaba la vida de la tribu y así lo sería hasta que el Mundo y los astros muriesen también.

El chamán afiló su bifaz y despedazó las pieles que resguardarían a los niños y luego cortó la grasienta carne que nos duraría semanas. Mientras tanto yo entré en la cueva. Estaba oscura y necesité encender mi antorcha.  Con la sangre del mamut y barro marrón pinté todo lo que había visto. Quizá, miles de años después, alguien sabría de nuestra hazaña, quizá un niño como yo, quizá un niño como tu.

Representando al mumut con sangre y barro.

Tampoco hemos manchado tanto.


FIN


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